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‘La emergencia creó la necesidad de promover liderazgos colectivos’


Científica y química farmacéutica, Dolly Montoya Castaño, desde 2018 es la primera mujer que ocupa el cargo de rectora de la Universidad Nacional.

Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

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La rectora Dolly Montoya Castaño reflexiona sobre la importancia de la creación del Instituto de Liderazgo Público (ILP), de la Universidad Nacional, que fue lanzado ayer, en el contexto de unos tiempos de incertidumbre.


¿Qué es y qué se propone el nuevo Instituto de Liderazgo Público (ILP), de la Universidad Nacional de Colombia, que se lanzó ayer?


El Instituto de Liderazgo Público (ILP) de la Universidad Nacional de Colombia es el resultado de una alianza gestada entre la Universidad Nacional y el Centro de Liderazgo y Gestión. El Instituto es expresión del compromiso de la Universidad con el desarrollo de las regiones, el bienestar de las comunidades y la construcción de nación. Nace con el propósito de promover un liderazgo transformador, construido desde los territorios y comunidades en conjunto con las organizaciones públicas y los tomadores de decisiones.


¿Por qué ahora?


Más ahora que nunca, el país y sus regiones enfrentan el inmenso desafío de gestionar procesos de transformación a gran escala que tengan impacto en el bienestar general de las comunidades. No podemos seguir conviviendo con los problemas éticos, de inequidad y de insuficiente gestión pública efectiva. Peor aún, no podemos seguir bajo el paradigma equivocado, según el cual el liderazgo está reservado para unos pocos que tienen la autoridad formal o el carisma o el poder tradicional para solucionar los grandes retos de la comunidad.


¿Entonces?


El Instituto nace para ofrecerle al país una concepción de liderazgo colectivo, entendido como la capacidad de una comunidad de transformar su propia realidad y de construir colectivamente y corresponsablemente un futuro más próspero.


¿Usted no cree en el liderazgo individual?


El reto pospandemia, en lo económico, en lo social, en lo ambiental y en lo político, es demasiado grande para dejarlo en manos de un solo líder, por muy inteligente y bien intencionado que sea. Por eso, nuestro propósito superior será el de generar conocimiento para formar personas, organizaciones públicas y comunidades capaces de liderar dichos procesos de transformación, mediante contenidos académicos y experiencias pedagógicas únicas. Vamos a formar una comunidad de líderes éticos que se conviertan en agentes de transformación social, cada vez más conscientes de la necesidad de fortalecer lo público.


En el marco de este lanzamiento, ustedes han hablado de una convergencia, ¿a qué se refieren con esto?


Somos un país que se caracteriza por su biodiversidad y su diversidad social y cultural. Cuando hablamos de convergencia nos referimos a la posibilidad de que, en medio de esa diversidad, nos reconozcamos estableciendo diálogos constructivos y propositivos que nos permitan converger en un propósito superior de nación que nos unifique.


Pero ¿cómo llevarlo a la práctica?


La Convergencia Colombia se inicia con un diálogo generativo de dos meses, a partir del cual cientos de líderes regionales y nacionales formarán una comunidad y una plataforma virtual para analizar posibilidades y avanzar en unos mínimos vitales para la agenda del país. Incluyen la voz no oída de regiones y líderes ocultos en la desesperanza.


¿Existe una hoja de ruta?


La Misión de Sabios trazó una hoja de ruta para transformar el país con tres retos puntuales que son Colombia biodiversa, Colombia productiva y sostenible y Colombia equitativa. Allí se reconoce que la posibilidad de generar condiciones de bienestar colectivo y desarrollo económico sostenible en nuestro país depende necesariamente de la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación.


Pero, para llevar a cabo estos procesos se necesitan líderes...


Sí. Para que este propósito se pueda materializar hace falta fortalecer un liderazgo público que, más allá de la promoción individual, sea asumido como propio de las comunidades y organizaciones. Este liderazgo transformador, desde el nivel local, regional y nacional, debe promover acuerdos para resolver los problemas y necesidades de las comunidades.


¿Qué va a hacer el ILP? ¿Va a poner su peso en los territorios?


A través del ILP queremos convocar a las instituciones, comunidades y actores sociales para que entre todos, y con la ayuda de líderes transformadores, consolidemos proyectos territoriales para aportar en la construcción de un mejor país, equitativo, incluyente y en paz. Con este gran objetivo, el ILP de la Universidad Nacional de Colombia organizará, a lo largo del país, seminarios, talleres y programas académicos que fomenten el liderazgo público de las comunidades.


En la teoría suena bien, pero ¿cómo?


Esta convergencia de acciones y objetivos se desarrollará mediante la investigación, la gestión de proyectos con las comunidades y el aprendizaje sobre situaciones concretas que produzcan vivencias significativas que generan valor y bienestar social.


¿Ya arrancaron?


La alianza que constituyó al ILP, entre la Universidad Nacional y el Centro de Liderazgo y Gestión, ha realizado siete talleres regionales de liderazgo en distintas regiones del país. Esto nos ha permitido construir proyectos sociales junto con las comunidades, varios de los cuales ya se encuentran en ejecución con apoyo de los gobiernos locales. Buscamos fomentar el liderazgo en los territorios y empoderar a las comunidades y a los gobiernos locales para que propongan e impulsen soluciones a los problemas estructurales que por décadas les han impedido el desarrollo económico y el logro del bienestar colectivo.

Es volver a mirar a las regiones...


Estamos generando ambientes de liderazgos públicos y locales para que se articulen todos los actores sociales con el fin de transformar nuestro país desde los territorios. Hemos encontrado muchas experiencias de liderazgo regional que deben ser documentadas y analizadas. De esta manera, lograremos aprender de las experiencias exitosas de otros liderazgos transformadores.

¿Cree que de allí pueden venir soluciones a los problemas del país?


En definitiva, el nuevo liderazgo que busca promover el ILP ve en los agentes locales personas capaces de comprometerse con un cambio ético, cultural y económico en sus territorios, gracias a una consciencia de país que fomente la diversidad y construya sobre la diferencia. Estamos seguros de que, mediante estos nuevos liderazgos transformadores, con un férreo compromiso en torno a lo público, podremos superar los vicios de la corrupción, poner los objetivos colectivos por encima de los intereses individuales y atender al cuidado y protección del medio ambiente como fuente de bienestar para todos.


¿El liderazgo se aprende?


El liderazgo, particularmente, no se aprehende, se gestiona y se desarrolla. Vamos a trabajar con las personas, las comunidades, las organizaciones públicas y los tomadores de decisiones. Lo que tendremos son escenarios de creación colectiva y puesta en común del conocimiento académico y científico para aplicarlo en lo concreto, en la solución de problemas y necesidades sociales. Nos vamos a apartar de la figura del líder mesiánico y nos vamos a centrar en formar capacidades para la gestión del liderazgo.


EL TIEMPO publicó ayer los resultados de la encuesta hecha para el lanzamiento del ILP. Para usted, ¿qué es clave en este estudio?


El Centro Nacional de Consultoría, por solicitud de nuestra alianza, encuestó a más de mil colombianos mayores de 18 años sobre el liderazgo, su importancia para el desarrollo de nuestro país y los sectores que consideraban líderes en temas fundamentales. Encontramos que hay una buena percepción sobre el liderazgo de las universidades en torno a la educación y el fomento de la equidad.


¿El país, pese a todo, valora el conocimiento, la educación?


El 42 % de los encuestados considera que en el país existe un amplio liderazgo que ha potenciado nuestro progreso a través del conocimiento y que ha sido impulsado por el Sistema de Educación Superior, junto con actores estatales como los ministerios de Educación y de Ciencia, Tecnología e Innovación, este último recientemente creado.


Los jóvenes fueron un grupo específico de la encuesta. ¿Qué encontraron?


Los jóvenes consideran que por causa de los liderazgos tradicionales el país se ha quedado atrás en temas como equidad, gestión pública, innovación, cuidado del medio ambiente y desarrollo social. Estas razones pueden explicar por qué los jóvenes han sido los protagonistas de las movilizaciones sociales.


¿Cómo se percibe el liderazgo de los mandatarios?


No se percibe un liderazgo consolidado por parte del Gobierno central, de los gobiernos locales ni de las instituciones responsables de la administración de la justicia. Más aún, se piensa que ha faltado liderazgo nacional en temas como la gestión pública y el proceso de paz.


A propósito, muchos creían que con el Acuerdo de Paz Colombia emergía como ejemplo en el continente. El entusiasmo se ha opacado. ¿Cree que se perdió una oportunidad?


No. Creo que la oportunidad continúa abierta siempre y cuando seamos conscientes de que todos tenemos un compromiso con la paz, porque la paz está en cada uno de nosotros. Tenemos que pasar la página de la violencia en contra de la polarización donde los únicos beneficiados son los polarizadores.


Pero ¿cómo? En el ambiente gravita el escepticismo...


La encuesta reveló que solo un 25 % de los encuestados se siente corresponsable del posconflicto. Allí se evidencia falta de apropiación sobre el proceso. Tenemos que cambiar de actitud y asumir que la paz es de todos, no depende de otros, depende de nosotros.


¿Cuál es la fórmula?


La construcción de paz en Colombia es una condición inherente al logro de ese propósito superior de bienestar colectivo, desarrollo, equidad y sostenibilidad. Esta causa que hoy parece huérfana debe ser compromiso ético de esos liderazgos que queremos fomentar.


En su caso personal, ¿qué hace?


He defendido que la paz empieza en cada uno y se expresa en la forma en que nos relacionamos con el otro, con la comunidad y el medio ambiente. Un liderazgo transformador, como el que promovemos, se construye gracias a la convergencia entre posiciones diversas, depende necesariamente de la reconstrucción del tejido social que haga posible el reconocimiento y el diálogo, como fuentes de concordia.

La pandemia ha llevado a la realización de clases remotas. ¿Es posible formar líderes de forma virtual?


La formación como la concebimos en la Universidad Nacional debe ser integral. Debe desarrollar actitudes ciudadanas y aptitudes cognitivas. Esta formación se logra a través de las experiencias de las clases, la investigación, el trabajo con las comunidades y las demás experiencias de la vida universitaria. Las clases remotas son una estrategia para llegar a más lugares ampliando el acceso y la cobertura. Pero no sustituyen las vivencias que hacen parte de la formación integral en nuestra Universidad.


Frente al futuro, ¿usted se siente optimista o pesimista? ¿Por qué?


Mi posición es optimista. No niego que el país se encuentra ante grandes retos y dificultades que se han agravado con la pandemia; sin embargo, este escenario ha puesto de presente la necesidad de asumir liderazgos colectivos, de reconocer que del cuidado de cada uno depende el cuidado y la supervivencia de todos.


¿Usted ve el vaso medio lleno?


Si dejamos de ver nuestra diversidad social y cultural como un obstáculo y en cambio la reconocemos como nuestra principal potencialidad podremos converger, podremos trabajar unidos por un propósito superior como el de la construcción de nación, en donde cada uno de nosotros tiene algo que aportar. Mientras haya voluntad de trabajo se puede ser optimista. Artículo tomado de eltiempo.com ARMANDO NEIRA | Editor de política de El Tiempo Twitter: @armandoneira

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