Durante y tras la pandemia diferentes trastornos de la salud mental se agudizaron, entre ellos la ansiedad y el pánico; además, aspectos relacionados con el entorno como la situación económica actual, los hechos de inseguridad, el desempleo y la crisis de la salud, entre otros, han potenciado estos sentimientos al punto que hoy se calcula que el 66 % de los colombianos han presentado una sensación de este tipo, según una reciente encuesta que realizó el Ministerio de Salud y Protección Social con el Centro Nacional de Consultoría a 3.430 personas.
Pero, más allá de lo que dicen estas cifras, lo importante es conocer cómo se puede identificar y qué síntomas presenta un ataque de pánico y uno de ansiedad, pues vale la pena aclarar que no son lo mismo.
El primero se caracteriza por causar un malestar intenso y/o miedo que alcanza su máxima intensidad en 8 a 10 minutos aproximadamente, y en el que el se presentan al menos cuatro de las siguientes señales, de acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría.
“Palpitaciones, latidos cardíacos fuertes, taquicardia (ritmo cardíaco rápido que puede ser regular o irregular), sudoración, temblor, ahogo o dificultad para respirar, sensación de opresión en el pecho, náuseas o dolor de estómago, escalofríos o intenso calor, mareo o desmayo, hormigueo, miedo a morir, entre otros”.
Adicional, explica Liliana Riveros, psicóloga y Secretaría Académica de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Areandina, sede Bogotá, “se pueden observar síntomas específicos como llanto incontrolable, gritos y dolor de cabeza”.
Con la relación a un ataque de ansiedad, este se presenta cuando una persona siente un episodio transitorio de tensión, miedo y/o preocupación excesiva. Sus síntomas son variables en intensidad y duración, y en él se experimenta una sensación de amenaza.
Durante este momento, indica la Asociación Americana de Psiquiatría, “se cumplen tres o más de las siguientes señales: inquietud o preocupación excesiva al punto de poner los nervios de punta, fatiga, dificultad para concentrarse o poner la mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular, insomnio o sueño insatisfactorio, entre otros síntomas”.
¿Cómo identificar un ataque de ansiedad con uno de pánico? Sencillo, según Riveros, “el primero está asociado al resultado de situaciones estresantes que han permanecido durante un tiempo, por tanto, la causa es concreta a diferencia del segundo, en el cual en muchas ocasiones es difícil identificar una razón específica, entendiendo que puede ocurrir de manera inesperada y sin causa puntual”.
También es importante identificar los síntomas que, si bien son similares, en el ataque de pánico suele primar la sensación de miedo a morir o a tener un ataque cardíaco, pero en el ataque de ansiedad la señal más clara es el temor y/o la preocupación excesiva ante una circunstancia, independientemente del peligro real.
“Tenga en cuenta que ambos eventos pueden afectar la salud mental si no se tiene un adecuado manejo y/o tratamiento en el caso que sea requerido, ya que, al ser recurrentes en el tiempo pueden convertirse en trastornos graves. De hecho, es importante luego de experimentar un episodio de este tipo consultar con un psicólogo clínico o psiquiatra”, afirmó la experta.
¿Qué debe hacer si presenta un evento estos?
Primero, es clave que sea consciente de lo que está viviendo, esto le ayudará a minimizar los síntomas y a tener mayor control.
Segundo, en lo posible haga una respiración lenta, esto reducirá la posibilidad de hiperventile y bajará el nivel de ansiedad.
Tercero, reconozca las sensaciones, para ello es importante que recuerde que éstas no son peligrosas, aunque sí muy desagradables, entonces poder identificarlas y reconocerlas le ayudará a disminuir la intensidad del evento.
Cuarto, identifique los pensamientos irracionales y trate de sustituirlos por otros más realistas.
Quinto, recuerde que el ataque de pánico tiene un tiempo una duración específica, no es permanente y tampoco afectará su integridad o salud física.
Tres factores de riesgo para tener en cuenta
Si bien hay varios desencadenantes que se asocian con la presencia de ataques de pánico y de ansiedad, es importante hacer una evaluación individual de cada caso, ya que, no se puede generalizar que por tener algún factor de los indicados sean una directriz para tener o no un evento de este tipo.
Factores biológicos y/o genéticos: Por ejemplo, tiroides o arritmia cardiaca, entre otros o antecedentes familiares de salud mental.
Acontecimientos estresantes agudos que permanecen en el tiempo: Estos pueden estar asociados a violencia intrafamiliar, violencia y/o abuso sexual, maltrato infantil, perdida afectiva (pareja, padres, ansiedad por separación en la infancia), situaciones académicas y/o laborales, eventos traumáticos que se vivieron en la infancia o que se están presentando en la adultez.
Factores psicosociales: Patrones familiares de crianza rígidos o sobreprotectores, pérdida temprana de los padres o problemas económicos en la dinámica familiar.
Algunas recomendaciones
Según Riveros, es difícil prevenir un ataque de pánico, ya que este puede ser imprevisto; sin embargo, tener buenos hábitos de vida reducen la posibilidad de presentar episodios de este tipo.
“Uno, mantenga un buen sueño; dos, consulte con un psicólogo luego de presentar experiencias estresantes y/o traumáticas; tres, acuda a los chequeos médicos; cuatro, tenga una buena interacción social y cuente, en lo posible, con una red de apoyo efectiva; cinco, evite el consumo de alcohol, cigarrillo, vapeadores y/o sustancias psicoactivas; seis, realice ejercicio constantemente (al menos 2 o 3 días en la semana); siete, dedique el tiempo correspondiente a cada actividad que haga, ejemplo, no exceda su horario laboral o de estudio; y ocho, tenga espacios de relajación, bienestar y recreación”, concluye.
Artículo tomado de tsmnoticias.com
Por: TSM Noticias
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